Por Andrea Juan, Nutricionista
AZÚCAR Y ENVEJECIMIENTO
El azúcar es una de las sustancias comestibles más adictiva que existe.
Y cuando hablamos de azúcar no solo nos referimos al azúcar de mesa que añadimos al café. Lo peligroso precisamente es el azúcar que hay escondido en la multitud de productos que hay en el supermercado: zumos, cereales de desayuno, pan, yogures, embutidos, salsas, galletas, bollería, chocolates, bebidas azucaradas, postres dulces, helados... Que si los tomamos de forma aislada y puntual no debe preocuparnos, pero si los tomamos a diario y sumamos todo el azúcar que tomamos, el consumo llega a ser muy elevado.
Adicción al azúcar. ¿Por qué?
El azúcar es capaz de generar un subidón de dopamina (neurotransmisor relacionado con los centros de recompensa y placer) y de triptófano (aminoácido necesario para la fabricación de la serotonina, conocida como la “hormona de la felicidad”).
Esto provoca que, después de consumir un alimento rico en azúcares, sintamos una sensación de placer, euforia y felicidad. No obstante, pasados unos minutos, el cuerpo se autorregula de forma natural, bajan los niveles de estas hormonas, reduce esta sensación de bienestar (Incluso posiblemente nos sintamos de bajón y cansados) y de golpe sentimos la necesidad de volver a tomar azúcar para recuperar la sensación que este nos genera.
Y el problema aparece cuando el consumo de azúcar es habitual, ya que el cuerpo acaba acostumbrándose a esta sensación de bienestar y, por un lado, genera tolerancia al azúcar (cada vez necesitaremos más azúcar para tener sensación de bienestar) y, por otro lado, a la mínima que estemos tensos, nerviosos o tristes, tendremos la “necesidad” de tomar azúcar para recibir la recompensa de placer y esa sensación de bienestar que tanto nos gusta. Porque eso es lo que le hemos enseñado a nuestro cuerpo. Y aquí empieza la dependencia al azúcar.
Pero no solo genera estos efectos. Un exceso de consumo de azúcar mantenido en el tiempo provoca:
- Pérdida de minerales
Para metabolizarse necesita minerales y puede crear deficiencias que afecten a la densidad de nuestros huesos y también favorecer problemas psicológicos, depresión o falta de concentración, entre otros.
- Inflamación
Un consumo elevado de azúcar de forma diaria genera alteraciones a nivel metabólico, provocando resistencia a la insulina y acumulación de grasa en zonas que no debería estar. Y esto genera una inflamación sistémica o también conocida como inflamación de bajo grado (low grade inflamation) que es el inicio de muchas patologías actuales.
- Otros problemas
Y todo esto hace que nuestro cuerpo de una manera u otra envejezca a una gran velocidad: la piel pierde elasticidad, las células no pueden repararse correctamente y los órganos no funcionan como deberían.
Y si sumamos el poco movimiento diario, las horas que pasamos sentados delante el ordenador o mirando la televisión, el estrés con el que vivimos, la exposición a tóxicos (contaminación, tabaco, alcohol) y los problemas para dormir… el combo es potente.
Y de aquí la importancia de los hábitos saludables. No se trata de hacer dietas, no se trata de prohibirnos el azúcar. Nuestro objetivo debe ser aprender buenos hábitos que nos hagan sentir bien, llenos de energía y salud. Y sobre todo: por muchos años más.
Recuerda: el mejor momento para empezar a cuidarse siempre es HOY.